martes, 13 de julio de 2010

Descubren el secreto de la abeja para sostenerse en la flor

Uno de los grandes misterios de la naturaleza es cómo las abejas pueden colgarse de una flor y no caerse a pesar de vientos y vendavales, pero ahora una nueva investigación parece haber encontrado la respuesta. Las flores, afirman los científicos de la Universidad de Cambridge, han evolucionado para ayudar a estos insectos.



Los investigadores descubrieron pequeñas estructuras cónicas en la superficie de los pétalos que las abejas usan para asirse y sostenerse.
El estudio, publicado en la revista Current Biology, también encontró que las abejas prefieren los pétalos que cuentan con estas estructuras en su superficie.
Atraer o ayudar
La mayoría de las flores que son polinizadas por insectos tienen células cónicas en la superficie, pero también hay muchas cuyas superficies son planas.
Así que desde hace tiempo los científicos han pensado que estos bultos cónicos tenían la función de atraer a los insectos polinizadores.
Pero la doctora Beverly Glover y su equipo por primera vez han logrado demostrar que estos bultos están diseñados para ayudar a los pequeños insectos.
"Estas células también cambian el color de la flor al concentrar la luz en los pigmentos", afirma la científica. "Así que los investigadores pensaban que ése podría ser su propósito".
"Pero hemos demostrado, en pruebas previas, que aunque las abejas están conscientes de este cambio de color, en realidad no les importa. Es como si se tratara de elegir entre distintos dulces de colores. Es decir, podemos ver la diferencia pero de cualquier forma nos comemos todos", dice la doctora Glover.
Sentido del tacto
Para descubrir si las abejas podían sentir estas estructuras con sus patas, los científicos decidieron probar el sentido del tacto de los insectos para ver si podían distinguir entre pétalos con células planas y pétalos con células cónicas.
Utilizaron dos tipos de flores boca de dragón (Antirrhinum) con pétalos del mismo color y el mismo aroma.
Pero una de ellas tenía una superficie cubierta con estructuras cónicas y la otra una superficie plana. Cada una de las flores fue colocada sobre un pequeño recipiente con líquido.

"Si las abejas se posaban sobre el pétalo correcto obtenían una recompensa de una solución dulce. Y si se posaban sobre el pétalo incorrecto tenían un 'castigo' con saber de membrillo amargo, que por supuesto no les gustaba" dice la investigadora. Y pronto los insectos aprendieron a discriminar, agrega.
"Aprendieron que podían sentir con sus patas cuál era la flor incorrecta, y sabían que no debían tomar el líquido amargo".
Para asegurarse de que las abejas elegían a una flor basándose solamente en tocar sus pétalos, el equipo probó a otro grupo de abejas con flores artificiales de resina epoxi.
Estas flores, que eran discos transparentes, tenían superficies con estructuras casi iguales a las de las dos flores reales, con el mismo tamaño y aroma.
Pero en la prueba, todas las flores falsas, independientemente de la estructura de su superficie, contenían una recompensa azucarada.
Los científicos descubrieron que si colocaban los discos en un ángulo vertical, las abejas preferían posarse en aquéllas con superficies de células cónicas.
Pero si se les colocaba en una posición plana, como un plato, las abejas no tenían ninguna preferencia para posarse y elegían las que podían asirse con más facilidad.
"También vimos que con las células cónicas las abejas podían asirse con sus seis patas, y también podían descansar y doblar sus alas", dice la doctora Glover.
"Encantador"
Los científicos observaron que las abejas tienen unas minúsculas pinzas en la punta de sus patas con las cuales pueden asirse a los bultos cónicos.
Sin embargo, cuando se posan sobre células planas, los insectos se mantienen escarbando continuamente con sus patas medias y deben también mover sus alas para mantener el equilibrio, lo cual provoca un mayor gasto de energía.
"Con este mecanismo las abejas pueden posarse en una flor con mucha facilidad -expresa la doctora Glover- especialmente cuando hace viento y llueve.
"Y lo increíble es que la evolución se encargó de diseñar una solución tan simple y encantadora como ésta"..



sábado, 3 de julio de 2010

Descubren nueva especie de ratón en Perú

Una expedición reciente ha descubierto una nueva especie de ratón montañés en los Andes peruanos. Para la foto se ve que el ratoncito prefirió darse un baño antes.


Pertenece al género Akodon, que incluye a la mayoría de los ratones campestres de Sudamérica. Este en particular fue encontrado a una altura de entre 2880 y 4733 metros de altura SNMM, De pelo grisáceo y puntiagudo, cumple un rol ecológico como controlador biológico de las poblaciones de insectos y es dispersor de semillas.. Sólo se lo ve en esos bosques de altura.

jueves, 1 de julio de 2010

Avispón gigante japonés, el masacrador de abejas

Si están pensando viajar a las montañas de Japón ¡Cuidado con el asesino de yaks! ¡El genocida de abejas! Más conocido como el avispón gigante japonés. No es chiste, este avispón no sólo es inmenso, sino que su picadura duele mucho, muchísimo. Pero no se alarmen, conozcámoslo un poco.

Su nombre científico es Vespa mandarinia, y lo pueden encontrar en el sureste de Rusia, en las dos Coreas, China, Taiwán, Indochina, Nepal, India, pero donde es más común es en las zonas montañosas de Japón.

Se lo conoce con muchos nombres, cabeza de tigre, avispón mata yaks, avispón gigante asiático, y en Japón le dicen abeja gorrión.
Suele medir unos seis centímetros de largo, con una amplitud de alas de nueve centímetros. Las reinas pueden ser un poco más grandes
Tiene una cabeza grande y naranja, con una mandíbula grande de color naranja con dientes negros.
Lo más característico, no es sólo su tamaño, sino el largo aguijón que tiene, más la terrible picadura que es capaz de dar. Tiene un veneno potente, que en personas alérgicas puede llegar a producir la muerte, pero en personas comunes también puede llegar a ser letal si la dosis es muy grande.


En Japón mueren entre 20 y 40 personas al año por picaduras del avispón gigante. Un entomólogo japonés describió la picadura como “si te introdujeran un clavo caliente”.
Algo extraño es que en el veneno del avispón gigante hay ocho químicos diferentes, algunos de los cuales dañan el tejido, otros causan dolor, y uno de ellos crea un olor que atrae a más avispones.

Pero no se asusten, que a los avispones gigantes les suele gustar más atacar a las abejas mieleras comunes. Pueden llegar a atacarlas en grupo, y se ha visto a avispones gigantes matar hasta 40 abejas por minuto con sus terribles mandíbulas con las que decapitan a las abejas. Unos pocos avispones pueden llegar a destruir una colmena de 30 mil abejas en apenas unas horas.
¿Para qué semejante masacre que deja tantas abejas decapitadas? Para comerse la miel y las larvas de las abejas, que a su vez también se las llevan para alimentar a sus propias larvas. También atacan a las mantis, y a otras abejas y avispas de menor tamaño.


No pueden digerir proteínas sólidas, así que no se comen a sus presas, sino que las mastican hasta convertirlas en una pasta que sí puede alimentar a las larvas. Las larvas producen luego un líquido claro que los adultos pueden consumir.